La visita a Covadonga es algo prácticamente mandatorio cuando se viene de visita a Asturias. Da igual si uno es creyente, no creyente, practicante o no practicante. Se trata probablemente del lugar más íntimo de la región y con casi 1.300 años de historia a sus espaldas genera una perspectiva temporal que la propia belleza del sitio hace que uno se sienta invitado a la reflexión. Es de esos sitios que si o si, hay que descubrir con tu Porsche.
Salimos esta vez de Oviedo y lo primero de todo, lavamos el coche para que salga reluciente en las fotos. Es un día espléndidamente soleado de Octubre y esta luz hay que aprovecharla. Media hora de agua y jabón a mano, deposito lleno y rumbo hacia el Este de Asturias.
Tomamos, para ir calentando el aceite, la autopista en dirección Santander (A-64) y salimos a la altura del pueblo de Lieres, un poco después de pasar Pola de Siero para tomar ahora la N-634. En nuestra entrada el Blog titulada “En Porsche por Asturias” ya avisábamos con estas palabras: “ojo con la N-634 entre Oviedo y Arriondas” y la advertencia sigue plenamente vigente. Tráfico muy pesado, una línea continua que solo deja literalmente un par de rectas para adelantar y encima obras de las de semáforo alterno. Como aconsejábamos ya en la mencionada entrada al Blog, lo mejor es desplazarse por la Autovía del Cantábrico hasta llegar al “teatro de operaciones” y a partir de ahí ponerse a disfrutar.
Mientras tanto, seguimos la N-634, rodeamos Arriondas y tomamos ahora la N-625 en dirección Cangas de Onís, de la que se dice que fue la primera capital de España y la que sin duda fue la primera capital del Reino de Asturias hasta el año 774. Las capitalidades son paradigmas que nunca se olvidan y con solo algo más de 6.000 habitantes Cangas de Onís sigue siendo la villa con más actividad del Oriente de Asturias. Es, además, esta población la llave de Covadonga y de todas las rutas que uno pueda imaginarse por esta zona.
El pesado tráfico no nos ha puesto de buen humor, precisamente, así que aparcamos al lado del Puente Romano y le damos un repaso a pié. Este Monumento Histórico-Artístico es un icono de Asturias, y de su parte central cuelga la Cruz de la Victoria con sus letras Alfa y Omega, y la leyenda “Minima urbium, máxima sedium” (mínima urbe, máxima sede). Al puente se puede acceder a pie, obteniéndose una vista preciosa del Río Sella, sobre el que está construido, y solo habrá que tener cuidado en los días de lluvia ya que el pavimento no es especialmente liso, como se puede ver en la imagen.
Por aquello de entretener el estómago, descubrimos que en el edificio adyacente al Puente, donde lleva ya casi desde la época romana el Mesón del mismo nombre, existe otro bar con tienda de pueblo de toda la vida. Para que no os confundáis, la entrada da a la misma carretera, mientras que para el mesón hay que bajar la escalera que veis en la foto. Bien, tomamos una ración de salmón y una de queso Cabrales. Primerísima calidad. La zona de Cabrales está cerca de Cangas de Onís y en este bar saben sin duda seleccionar el proveedor de quesos. Somos desde hace ya años unos devotos del Roquefort y este Cabrales no solo lo iguala sino que nos atreveríamos a decir que incluso puede llegar a superarlo. Ni que decir tiene que en el mismo bar-tienda se puede comprar tal manjar. En este caso nos los empaquetarán en una bolsa de plástico con unos granos de café para que el olor típico de este queso no se propague. Sin ningún miedo, pues, para meterlo al Porsche.
Otra cosa que complementa las estupendas raciones y hace que esta pequeña experiencia se convierta en inolvidable es el carácter amable, abierto y cariñoso del dueño. Un hombre ya mayor que nos trae a la memoria como era la gente en Asturias hace treinta años, probablemente de la gente más noble y auténtica de toda Europa. Es esta autenticidad en las delicias que nos han puesto sobre la mesa y en el trato lo que hace que desde aquí le demos al establecimiento nuestra calificación AsturRing Approved.
Ya de mucho mejor humor atravesamos Cangas y tomamos ahora la AS-114. Pocos kilómetros más allá, a la altura de Soto de Cangas, en una rotonda bien señalizada, cogemos la AS-262 que nos lleva ya directamente a Covadonga. Justo desde aquí comienza la carretera CO-4 que nos llevaría hasta los Lagos de Covadonga, a unos 1.200 metros de altura, pero parece esta una carretera que solo se muestra receptiva en ocasiones, veréis:
Como ya habréis podido entrever por lo que lleváis leído, Covadonga es uno de los sitios más turísticos de Asturias y por ende, los Lagos. Hasta tal punto es así que en temporada alta está prohibido subir en coche y solo se puede acceder o bien en autobús o bien en taxis locales. En temporada invernal es frecuente que la carretera esté cerrada debido al hielo y nieve, así que solo queda una ventana temporal de pocos meses al año para hacer la ascensión en coche. En esta ocasión nos encontramos con que la carretera está cerrada por obras excepto de dos a tres de la tarde, franja horaria en la que se avisa que las obras son de carácter irregular. Meditamos unos minutos sobre ello y coincidimos en que lo que menos nos apetece es parar en las rampas del 18% con el freno de mano echado hasta que muevan una piedra de sitio. O dos.
Renunciamos pues en esta ocasión a hacer la subida y recordamos que en la alta montaña el saber renunciar a tiempo evita muchas veces malas experiencias. No es lo mismo, está claro, pero aunque la sensación es ingrata prometemos volver.
Subimos hasta la explanada del aparcamiento de la Basílica y aquí disfrutamos de la paz y de lo grandioso del lugar. Un lugar que a pesar de las veces que ya lo hemos visitado en nuestra vida nunca pierde ese áurea mágica que lo caracteriza. Es indispensable visitar la Basílica y la Cueva que da acceso a la Capilla donde está la Virgen de Covadonga. Una Capilla excavada en piedra natural que uno no sabe si es más bella en días soleados o cuando llueve, momentos en los cuales llega a sobrecoger.
Decidimos irnos a comer hasta Ribadesella. No es que tengamos hambre especialmente, pero tampoco queremos que lleguen las cinco de la tarde y nos de el bajón de repente. Arrancamos el 968 y deshacemos parte de lo andado hasta llegar de nuevo a la circunvalación de Arriondas. Tomamos en este momento la N-634 en sentido Norte y tras unas pocas rotondas llegamos a una de las villas más elegantes de Asturias. Aparcamos al lado del Puerto Deportivo y nos metemos en el primer chigre (bar típico Asturiano con sidra) que encontramos. Mala elección. Deberíamos haber buscado algo mejor ya que las raciones que pedimos para picar no llegan ni al aprobado.
Nos sentamos un cuarto de hora en uno de los bancos del puerto deportivo para disfrutar del sol, hacer un par de llamadas y olvidar lo que nos han dado en el chigre. Hasta ahora prácticamente no hemos sacado el jugo al Porsche: Mucho tráfico, carreteras rápidas pero con exceso de rayas continuas y más de un conductor tranquilo al volante, por emplear un calificativo condescendiente.
Empieza ahora nuestra revancha. Cruzamos el Puente de Ribadesella (el que sirve de meta en cada edición del Descenso Internacional del Sella) y tomamos enseguida la N-632 que va por la costa en sentido Oeste. Ahora es curva tras curva con un asfalto perfecto. Tráfico prácticamente inexistente que permite que nuestro Porsche vaya de apoyo en apoyo de forma armónica a un ritmo lleno de sensaciones. Manteniendo la cabeza fría pero disfrutando de cada kilómetro de carretera. Todo el tráfico que hemos sufrido por la mañana en la N-634 queda olvidado instantáneamente. Pasamos a la altura de la Playa de La Espasa, alcanzamos Colunga y no nos dejamos engañar por las rotondas que nos invitan alguna que otra vez a coger la autopista.
No sentimos la noción del tiempo y antes de darnos cuenta estamos a las puertas de Villaviciosa. Nos sentimos como en casa. Y ya que estamos aquí, ¿podéis imaginarnos como cerramos el día? … Con una vuelta al AsturRing, qué si no!