Estamos en otoño, en unos días en los que los árboles muestran en Asturias unos colores increíbles. En la ruta de esta entrada al Blog saldremos del centro de la Región para visitar un par de pueblos entrañables, atravesar un bosque magnífico y terminar en la costa, en uno de los Cabos más ventosos de la costa Cantábrica.
Como podéis ver en la imagen, salimos esta vez desde Oviedo, pero como sabéis de nuestras ideas generales “En Porsche por Asturias” a Oviedo se llega pronto desde cualquier lugar de la región utilizando la Autovía del Cantábrico o la autopista “Y” que conecta Gijón, Oviedo y Avilés.
Lo que hacemos es en primer lugar tomar la autopista A-66 que bordea la capital asturiana por el Sur para tomar inmediatamente, casi antes de dejar Oviedo atrás, la A-63 en dirección “Grado”. Muy pocos kilómetros más allá salimos de esta autovía para tomar la N-634 en dirección Oeste. Ya prácticamente no abandonaremos esta carretera hasta llegar a nuestro destino. Si la N-634 en dirección Este es un martirio de tráfico como veíamos en nuestra Ruta a Covadonga, en dirección Oeste es un verdadero placer para el que le gustan las carreteras serpenteantes donde se puede disfrutar enormemente con un deportivo. Solo en los kilómetros iniciales es posible que encontremos algo de tráfico.
Estos primeros kilómetros son casi todos en bajada hasta Trubia. Atención a un par de kilómetros con el firme un poco roto pero nada realmente molesto. Sin darnos cuenta atravesaremos el Río Nalón sin entrar a Trubia y continuamos ya hacia el pueblo de Grado. El sol brilla bajo y paramos cinco minutos en Grado para hacerle unas fotos al 968 entre el Parque y la Residencia de ancianos. La luz que tenemos es preciosa y aquí parados no molestamos a nadie. Es más, nos consta que con el Porsche hemos alegrado la pestaña a mas de un lugareño. Grado es un pueblo de una estética muy agradable y es totalmente recomendable su exploración si tenemos tiempo por delante.
Equipo fotográfico de nuevo dentro, medio giro de la llave de contacto y salimos de Grado donde nos aguardan las primeras curvas ya prácticamente sin tráfico. De hecho ya tenemos una quasi-paella a derechas de segunda a los cuatro kilómetros de salir de Grado y otra, también de segunda, a los nueve. Las dos tienen mucha visibilidad y solo pueden dar algún problema si las hacemos a primera hora de la mañana en Enero o en Febrero, fechas en las que podríamos encontrar algo de hielo.
En ambas curvas tenemos a continuación un pequeño trozo de recta en las que disfrutaremos empujando con decisión y aprovechando para adelantar si tenemos a alguien delante. Tras pasar estas dos curvas descenderemos unas buenas enlazadas hasta Cornellana. Atención aquí porque llegamos a una rotonda: A nuestra izquierda está la AS-15 que nos llevaría hacia el sur hasta Cangas del Narcea y a nuestra derecha la AS-16 que nos llevaría directos a la desembocadura del Nalón. Concentrémonos en nuestra N-634, que es la segunda salida de la rotonda. Cruzamos el Río Narcea (a los que le guste la pesca no habrá ni que contar las excelencias de este río), Cornellana, y nos dirigimos ahora ya hacia Salas.
Como hemos dicho antes, el día es precioso y Salas merece también una parada para disfrutar de su centro histórico. Es día de mercado, con buen ambiente y solo tendremos que tener algo de cuidado por un tramo de empedrado al final de la calle principal que estéticamente está muy bien pero que sabemos no gusta mucho a nuestro Porsche (y si llueve cuidado también incluso al caminar, que no es broma la cosa!).
La Colegiata de Santa María la Mayor es un “must” en nuestra ruta. La visita es gratuita y si encontramos las puertas cerradas se pueden pedir las llaves en la Oficina de Turismo. Así da gusto! Este edificio data del s.XVI, aunque como siempre, tiene añadidos aquí y allá de otras épocas. En el interior, y en la capilla mayor, nos llama la atención el retablo barroco del escultor asturiano Luis Fernández de la Vega. Este escultor es del s.XVII y en este retablo se puede de alguna forma apreciar la influencia de la escuela de Valladolid en dicho artista (la conexión se puede establecer al visitar el Museo de Escultura Policromada de la capital del Pisuerga). No es la Catedral de Burgos, no, pero tiene un encanto especial.
Subiendo por la calle un poco más desde la Colegiata, llegamos enseguida al Hotel Castillo de Valdés de Salas con su famoso Torreón. No hemos quedado nunca en este Hotel a dormir, pero sospechamos que merece mucho la pena para el que desee explorar esta zona de Asturias. Su comedor también nos llama la atención, pero en este caso hay competencia de los abundantes restaurantes auténticamente asturianos que hay a lo largo de la calle. Si os habéis entretenido en demasía al hacer la ruta en Grado y en Salas os recomendamos que le echéis un vistazo a varios de ellos con calma. Cocina sin sofisticaciones pero absolutamente noble a unos precios que no os los podréis creer.
Tenemos aparcado el 968 arriba del todo de la calle y como siempre, para hacerle fotos hemos sacado las placas de matrícula. Por cierto: No se trata de Photoshop. Es mucho más fácil sacar las placas del maletero, ponérselas y hacer las fotos que andar luego con el ratón para arriba y para abajo.
Metemos primera y empezamos la bajada por el empedrado. La gente en las terrazas nos mira mucho. Saludamos cortésmente. Veinte metros después alguien nos dice algo: “la matrícula, la matrícula!”. No es la primera vez que nos pasa. Haces las fotos, te subes al coche y te olvidas de quitar las placas. “Muchas gracias”, decimos con una sonrisa. “Es que pensaba que al dar un botón se pondría la matrícula sola”, nos añade. Es aquí cuando caemos en la cuenta que la gente atribuye cosas legendarias a los Porsche, aunque en este caso este detalle sería más de Aston Martin que de la marca de Stuttgart.
Hemos comido unas lentejas riquísimas en «Casa Pachón» y casi sin darnos cuenta estamos de nuevo en la N-634. Subimos enseguida hasta La Espina, a más de 600 metros de altura. Es esto importante comentarlo porque en invierno empieza aquí por esta zona la cota de nieve, ojo! (en realidad, los días más fríos en invierno la cota suele bajar a los 300 metros y en casos no tan excepcionales llega incluso a nevar en la costa).
Comenzamos ya lo que en Asturias se conoce como “bajar por la Espina”. Este es, desde el punto de vista de la conducción, el tesoro de esta ruta. Se trata de bastantes kilómetros rodeados constantemente de hayas, castaños y abedules. El paisaje es tan cromático que merece la pena bajar, subir de nuevo hasta la Espina y bajar de nuevo ya a mayor ritmo.
Os dejamos unas imágenes tomadas desde el interior del 968. Sobran las palabras:
Tras esta sinfonía de colores y de curvas (en primavera las sensaciones son también magníficas, sobre todo si llevamos un Cabrio) llegamos a Trevías, ya en terreno llano. Salvo que queramos tomar un café no nos servirá este pueblecito más que para estar atentos a seguir correctamente la ruta que tenemos marcada, ya que si continuamos por la N-634 llegaremos de forma automática a Luarca.
Al llegar casi a la costa, y con un viaducto de la Autovía del Cantábrico ya a la vista, llegamos a una rotonda donde deberemos tomar la primera salida y encarar la N-632a. Los primeros metros por esta nueva carretera nos producirán la sensación de ir en sentido contrario, pero se trata del camino correcto. Pocos kilómetros más allá veremos enseguida las indicaciones para llegar al Cabo Busto. Ya no hay pérdida posible.
Nos encontraremos una carretera estrecha pero con espacio suficiente para un Panamera. Sin problemas. Solamente deberemos tener algo de paciencia en los últimos cuatro kilómetros donde encontraremos al asfalto algo irregular. No os quejéis: Hace pocos años los baches que había lo convertían en algo prácticamente inaccesible para otro Porche que no fuera un Cayenne.
El paisaje desde el Cabo Busto es de sobresaliente. Desde aquí, en días despejados y si la bruma del mar lo permite, veremos claramente la costa de Luarca. Tampoco defraudan las olas, el olor a mar y el viento que nos golpea en la cara sin ninguna misericordia. Es toda una experiencia.
Y si habéis llegado hasta aquí os tenemos guardada una merecida recompensa. Un par de párrafos más arriba hablábamos que tenéis que tener cuidado en la última rotonda para no equivocaros y coger bien la N-632a. Ocurre que la N-632a no es otra carretera que la que hace la Ruta de La Torturadora, ya publicada anteriormente en este Blog. Os atrevéis a hacer las dos rutas en un día? Si?… pues no olvidéis meter una caja de Biodramina en la guantera del coche. De nada!